sábado, 19 de agosto de 2017

Entrevista al traductor Juan Macarlupu

Hoy comparto con ustedes una entrevista que le hice al traductor Juan Macarlupu, quien hace poco dio dos seminarios en Rosario.

¿Por qué decidiste convertirte en traductor?

Hubo diversos motivos. Al principio, estaba decidido a estudiar Ingeniería en Sistemas, pero, cuando vi el plan de estudios y las materias, me pareció que no la iba a aguantar. Los idiomas siempre me resultaron fáciles, pero nunca lo había notado. Un día, mi papá recibió un paquete de regalo de una organización extranjera, y me pidió que le dijera, más o menos, lo que decía el papel que lo acompañaba. Le hice una traducción a la vista y me dijo: “qué fácil te salió, ¿por qué no estudiás algo relacionado con el inglés?”. “Puede ser, ya voy a ver”, le respondí. Fui a averiguar de que se trataba la carrera, el programa me convenció y me inscribí. Después a medida que estudiaba la carrera fui descubriendo bien de qué se trataba, y me fue gustando cada vez más.

¿Cuáles son tus áreas de especialización?

Mis áreas de especialización han cambiado un poco con el tiempo. En un principio, era, principalmente, la informática. Con el tiempo, fui haciendo una transición hacia el turismo y la hotelería. Actualmente, sigo con el turismo y me especializo también en la localización de aplicaciones para búsqueda de pareja. Siempre digo que esta última área es un ejemplo de cómo a veces las áreas de especialización nos acaban eligiendo a nosotros en vez de nosotros a ellas. El turismo y la localización de aplicaciones de citas son las dos áreas en las que trabajo actualmente.

¿Considerás que la especialización es clave para un traductor?

Absolutamente. No solo porque nos permite brindar un servicio de mayor calidad y evitar errores que son consecuencia del desconocimiento del tema, sino también porque la gran mayoría de los clientes saben que un buen traductor se especializa. Por ese motivo, cuando se cruzan con un traductor que se ofrece a hacer trabajos en “todas las áreas” o que especifica muchas áreas de especialidad completamente diferentes, prefieren seguir buscando.

Además de ser traductor, te desempeñás como corrector. ¿Cuáles son los errores que encontrás con más frecuencia en las traducciones que te toca corregir?

Creo que el error que veo con más frecuencia son las coincidencias parciales sin revisar. Uno creería que ningún traductor profesional dejaría algo que sabe que es parcial sin revisar, pero la realidad es que, en aproximadamente un 50 % de las traducciones que corrijo, se presenta este problema. Otro muy frecuente es la mala interpretación de qué sustantivo modifica a cuál cuando hay muchos sustantivos concatenados. Creo que la mayoría de estos errores podrían subsanarse con solo dedicarle algunos minutos de investigación a los casos que generan dudas. Sin embargo, muchas veces, he oído (o leído) a traductores sacarse el problema de encima diciendo: “para eso está el corrector”. Esa es la actitud que le impide a un traductor progresar, porque le quita la posibilidad de desafiarse y aprender.

Con respecto a los programas de traducción, ¿cuáles son tus preferidos?

Desde que probé memoQ, siempre me gustó mucho. Es una herramienta muy robusta, estable y confiable. Hace todo lo que hacen sus competidores, la interfaz es más amigable y la intercompatibilidad hace que sea ideal para quienes desean tener una sola herramienta que les permita trabajar en los proyectos de todos sus clientes. Trados Studio ha mejorado mucho y sigue mejorando con cada versión y cada vez estoy más conforme con el producto.

¿Te resultó difícil la inserción laboral?

En realidad, no me costó tanto porque me fui largando de a poco. Mi primer proyecto como traductor autónomo lo hice cuando todavía estaba en tercer año de la Facultad (de una carrera de cinco años). Desde entonces, fui buscando mi rumbo en la traducción independiente, pero siempre tenía trabajo fijo en otra cosa, por lo que nunca sentí la urgencia de conseguir más proyectos. Fui armando mi negocio de a poco. Creo que es muy positivo empezar a trabajar, si uno siente que está listo, desde antes de recibirse. Al fin y al cabo, los verdaderos jueces de la calidad de nuestro trabajo son los clientes. Si nosotros nos sentimos seguros de nosotros mismos y los clientes están satisfechos con el trabajo, no hay motivo para no hacerlo.

¿Qué te parece la formación académica que reciben los traductores en la actualidad? ¿Harías algún cambio?

No estoy familiarizado con los programas de estudio de todas las carreras del país, pero el de la UNC me parece excelente. Claro que se lo puede mejorar, como cualquier programa de cualquier carrera, siempre hay más por hacer. Muchas veces se le reprocha la falta de práctica profesional, y es cierto que agregarla sería muy positivo, pero también es algo que se puede compensar por cuenta propia en función de qué camino desea tomar cada uno dentro de esta amplia carrera. Quizás alguna materia orientada a la inserción laboral sería muy provechosa para los estudiantes, para quitarles algunos miedos, pero su utilidad dependería por completo de que quien la dicte ejerza la traducción todos los días.

¿Qué consejos le darías a un traductor recién recibido?

Que si le gusta la carrera que eligió, no se deje desanimar. Que preste atención a sus áreas débiles y aquello en lo que puede mejorar, y se esfuerce por hacerlo. Y, por último, que invierta tiempo todos los días en desarrollar su negocio de traducción y que, mientras no tenga la cantidad de trabajo que quisiera tener, se tome las tareas de búsqueda de clientes y desarrollo del negocio como si fuera ese su trabajo y le dedique tiempo todos los días. Si nos quedamos esperando que las cosas lleguen “porque nos las merecemos”, nos vamos a quedar esperando.

Pueden encontrarlo a Juan en los siguientes sitios:




sábado, 12 de agosto de 2017

Reseña: Objetividad. Fidelidad. Invisibilidad: un ensayo a propósito del discurso de la traición en traducción literaria (Delfina Morganti Hernández)

Desde la primera clase en el traductorado de inglés, la mayor parte de los profesores me inculcaron tres principios que todo buen traductor debía cumplir: ser objetivo, ser fiel al texto fuente y ser invisible. Y me convencieron. Durante años creí ciegamente en estos tres principios, hasta que leí el ensayo de Delfina Morganti Hernández y me los derribó de un plumazo.

En su ensayo, Delfina cuestiona estos tres pilares que parecen regir la traducción literaria: objetividad, fidelidad e invisibilidad. Y yo diría que, en realidad, se pueden aplicar a casi todas las ramas de la traducción. Por el momento no me dedico a la traducción literaria, pero es una rama que me gustaría explorar en el futuro. Mis tres principales campos de especialización son el marketing, la tecnología de la información y la atención médica. Es muy común que en las guías de estilo que me proporcionan las agencias para las que trabajo se haga hincapié en estos tres pilares. En resumen, es algo que está fuertemente arraigado en el mundo traductoril.

El primer principio que cuestiona Delfina es el de la objetividad. Para ella, la objetividad absoluta es algo irreal. Creo que tiene razón. Cada traductor es diferente y, por lo tanto, dos traductores no traducirán de la misma forma un mismo texto. Cada lector (convengamos que el traductor es el lector más detallista y alerta que hay) reacciona de diferente manera ante un texto porque cada lector tiene una formación diferente. También influyen los sentimientos. En la literatura todo es subjetivo. Yo leo una novela y me parece genial. Mi vecino la lee y le parece horrible. Es muy difícil que un traductor sea neutral porque es un ser subjetivo como el resto de los mortales. En esta sección, Delfina habla del cliché que dice que todo traductor es un puente entre culturas. Como si solo fuera una persona encargada de trasladar conceptos de una cultura a otra, un mero transportista de ideas sin ningún sentimiento.

El segundo principio del que habla Delfina en su ensayo es el de la fidelidad. Y acá aparece en escena la famosa expresión traduttore, tradittore. El escritor es considerado el padre de la obra literaria, un ser superior, mientras que el traductor está en un segundo plano y enseguida es acusado de traidor si se toma alguna libertad al traducir una obra. Recuerdo algo que nos pasó a todos los alumnos cuando cursamos Traducción Literaria. En mi caso, cursé esta materia con el traductor Marcelo Coccino (pueden leer la entrevista que le hice aquí) y ese año se desempeñaron como profesores adscriptos el traductor Santiago Biei y Delfina, la autora de este ensayo. Nosotros veníamos bastante estructurados y el principio de la fidelidad nos parecía incuestionable. Fue un shock cuando descubrimos que en la traducción literaria un traductor podía tomarse más libertades que en otros campos de la traducción. Me acuerdo que analizamos diferentes traducciones de un soneto de Shakespeare y nos sorprendieron las distintas estrategias que usaron los traductores. Recuerdo que incluso uno había traducido en prosa el soneto, algo que en su momento no me pareció muy fiel, pero que con el tiempo comprendí que era una opción más. Mientras leía la parte del ensayo sobre la fidelidad, me acordé de una frase de Borges: "El original es infiel a la traducción", frase que dijo al alabar la traducción al inglés del Vathek de Beckford, escrito originalmente en francés. Según él, la labor del traductor había dado como resultado un texto superior al texto de partida.

El tercer principio que se analiza en este ensayo es el de la invisibilidad. Esto es algo en lo que se hace hincapié todo el tiempo. Siempre se dice que una traducción es buena si no parece una traducción. Hace poco vi una entrevista que le hicieron al genial Xosé Castro y al final dijo: "Un buen traductor es como una tanga: no debe notarse". Si bien es cierto que, al traducir, el traductor debe lograr construir un texto que suene natural en la lengua meta, eso no quiere decir que sea invisible. Recuerdo que muchos docentes de traducción durante la carrera se manifestaban en contra del uso de la nota al pie, un recurso que visibiliza al traductor, ya que lo consideraban un fracaso del traductor, que al no poder traducir algo, lo había resuelto con una nota al pie. Cuando cursé Traducción Literaria, vimos que era una opción más, válida, siempre y cuando no se abusara de ella. También hablamos de la importancia de un prólogo del traductor, algo que Delfina menciona en el ensayo y que recomienda. Pero los traductores también somos invisibles en la vida. La gente no reconoce nuestro trabajo, salvo cuando nos equivocamos. Es típico escuchar comentarios sobre la mala traducción de una novela de moda o la mala calidad de los subtítulos de una película. Además, la mayoría de la gente no sabe qué hace un traductor. Es algo que siempre me preguntan cuando les digo cuál es mi profesión.

Por último, Delfina propone enseñar teoría, además de práctica en la materia Traducción Literaria y estoy completamente de acuerdo. A veces me pasaba como alumna que no sabía como justificar una opción de traducción ya que fue muy poca la teoría a la que accedí durante mi formación. La mayoría de los profesores tienden a concentrarse en la práctica. También solía pasarme al comienzo del ejercicio laboral de mi carrera. 

En lo personal, algo que me gustó mucho del ensayo es que Delfina dice que el traductor literario es un reescritor. Me parece una excelente definición. Y también me gustó la parte en la que habla de la labor del escritor al decir que también es un traductor porque el escritor debe "traducir" las ideas que tiene en su mente para plasmarlas en el papel.

En resumen, el ensayo de Delfina Morganti Hernández me pareció una lectura altamente recomendable no solo a los traductores literarios, sino también a los estudiantes de traducción, más allá de qué ramas de la traducción decidan elegir. A mí me sirvió para replantearme varias cosas que siempre había dado por sentado y ahora ya no considero tan sagrados a estos tres principios, que hasta hace un tiempo me parecían pilares imprescindibles de toda buena traducción.

El libro se editó únicamente en formato digital. Si quieren comprarlo, deberán hacerlo a través de Amazon (no es necesario tener un Kindle, pueden bajarse la aplicación gratuita para leerlo en la computadora o en el celular).

martes, 8 de agosto de 2017

Presentación de un ensayo sobre traducción literaria

Les cuento que se va a hacer la presentación oficial del libro Objetividad. Fidelidad. Invisibilidad. Un ensayo a propósito del discurso de la traición en traducción literaria de la traductora Delfina Morganti Hernández. Yo ya lo leí y me gustó mucho. Pronto compartiré la reseña con ustedes.



miércoles, 19 de julio de 2017

Seminario sobre marketing y negociación para traductores

Les dejo información sobre dos seminarios para traductores de Rosario y la zona. Se hablará sobre marketing y negociación, y los seminarios estarán a cargo de Juan Manuel Macarlupú Peña.




lunes, 15 de mayo de 2017

Objetividad. Fidelidad. Invisibilidad : un ensayo a propósito del discurso de la traición en traducción literaria (Delfina Morganti Hernández)


Hace unos días salió a la venta un libro electrónico sobre traducción literaria escrito por Delfina Morganti Hernández, una traductora rosarina (pueden leer la entrevista que le hice el año pasado aquí). Les dejo la sinopsis del libro para que lo conozcan.

El texto Objetividad. Fidelidad. Invisibilidad. Un ensayo a propósito del discurso de la traición en traducción literaria es una obra crítica que desestabiliza los cimientos del discurso vigente acerca de la teoría y la práctica de la traducción literaria. En este ensayo, Delfina Morganti Hernández explora, desvela, repudia y propone diversos puntos de vista con respecto a los tres principios clave que integran lo que ella denomina el “triángulo procedimental del buen traductor literario”, es decir, los tres mandatos con los que se suele asociar la práctica de la traducción literaria: objetividad, fidelidad e invisibilidad. El orden en que la autora aborda cada una de estas máximas presuntamente irrefutables no es azaroso: desde su perspectiva, en el marco de lo que ella denomina el “discurso de la traición en traducción literaria” —aquel que gira en torno a la fórmula traduttore, traditore—, cada principio sirve como fundamento del siguiente en pro de un oscuro fin último: hacer del traductor una figura invisible, tanto en el texto que traduce como en lo que atañe a las políticas de traducción editorial. Adoptando un estilo desafiante pero constructivo, Delfina Morganti Hernández ensaya sobre la necesidad de desentenderse de principios reduccionistas y, muchas veces, poco productivos para el arte de traducir literatura.


El libro fue editado solo en forma electrónica y sale siete dólares. Pueden comprarlo en Amazon aquí. Si nunca compraron ebooks en Amazon, les cuento que tienen que hacerse una cuenta y bajar el programa Kindle (es gratis) para poder leer los libros en la computadora, el celular, la tablet, el e-reader o la laptop. Se paga con tarjeta de crédito.

lunes, 24 de abril de 2017

Entrevista al traductor y escritor Marcelo Coccino

Hoy comparto con ustedes una entrevista que le hice al traductor y escritor Marcelo Coccino, quien también se desempeña como docente de traducción.



¿Por qué decidiste ser traductor?

No podría precisar qué me llevó hacia el traductorado. Quizás simplemente el hecho de que disfrutaba estudiar inglés y que cuando era chico por las noches me perdía hojeando algunos diccionarios. Empecé a prepararme para el examen de ingreso y por suerte todo salió bien. Una vez en la carrera, a medida que avanzaba en los estudios, fui descubriendo un mundo nuevo que me resultó cada vez más atrapante. Y debo decir que, una vez recibido, esa pasión siguió creciendo. Fue, creo, una decisión no muy consciente que hoy agradezco.  

 Además de ser traductor, sos escritor. ¿Cómo surgió la idea de publicar Los trenes del tiempo?

Empecé a jugar con anotaciones en un cuaderno (algún argumento, alguna frase original, una pequeña descripción de cierto personaje, algún dibujo acompañado de una leyenda); también a distorsionar traducciones. Al tiempo volví a las anotaciones y sentí que tenían algo de interesante, que podían llegar a convertirse en algo más serio, entonces les dediqué más tiempo: reordené ideas, las adorné, las fui puliendo, les añadí matices. Había días que volvía a las anotaciones y sentía que debían permanecer para siempre guardadas en un cajón. En esos momentos trataba de no resignarme. Me consolaba diciendo: “tiene que ser mi estado de ánimo: no debería haber releído las historias ese día”. Entonces insistía y recobraba la sensación de que había algo de dignidad en esas palabras y que debía esforzarme un poco más, buscar una manera de contar, un estilo, cierto ritmo en la prosa, etc. Un día las historias empiezan a perseguirte, sin tregua, pidiendo que no las abandones. Y asoman a cada rato, en alguna mirada, en algún sonido, en algún hecho de la realidad. Son las historias después las que quieren volar en busca de lectores.  
Hacía rato que venía pensando en publicar un libro de cuentos, pero me costó mucho dar el primer paso. Atreverme. Encontrar una manera de contar. Sabía que Los trenes del tiempo era para mí no tanto un sueño en sí mismo, sino el inicio de un sueño. Necesitaba dar ese paso. Después, todo fue mágico: Graciela Tomassini, Ana María Shua y Louis Jolicoeur aceptaron leer el manuscrito, iban a escribir unas palabras sobre mi libro. Es inexplicable la emoción que se siente cuando las personas que admirás están en la contratapa del libro que imaginaste.    

¿Te inspiraste en hechos, personas o sitios reales para escribir alguno de los cuentos de Los trenes del tiempo?

Muchas de las ficciones nacieron a partir de pequeñas anécdotas, de algún hecho de la realidad, de alguna historia que escuché en mi infancia, pero todo esto es sólo el origen, la semilla. Todo lo demás es producto de la imaginación. Hay de por medio todo un proceso nada sencillo de explicar. A veces la misma historia se va sugiriendo a partir de lo que ya escribiste. En otras todo se da como en un sueño. Pero tendré que pensar en algún otro argumento más convincente para explicitar el proceso, porque hay gente de mi pueblo que defendería a capa y espada que tal o cual personaje es fulano.

No sos el único traductor que escribe. ¿Por qué pensás que es tan común encontrar traductores-escritores?

La escritura y la traducción van de la mano. Escribir supone traducir, plasmar en papel eso que imaginaste. Y traducir implica escribir una lectura. Siento que la traducción (al menos me pasa ahora) es una actividad mucho más compleja y exigente. Creo que era Borges que decía que la traducción corresponde a un estadio más avanzado de civilización que aquel de la escritura. Leí alguna vez que toda la literatura es producto de la traducción. Esto puede responder también la pregunta. 

¿Cuáles son tus escritores preferidos?

No podría mencionarlos a todos. Enumero algunos. El orden (no) implica jerarquía. Borges, Cortázar, Arlt, Saer, Girondo, Juarroz, Imbert, Saramago, Cheever, Woolf, Huxley, Maugham, Orwell, Hemingway y muchísimos otros. Son los primeros que se me vinieron a la mente, pero creo que si me hacés la pregunta dentro de un año algunos no estarían en esta lista y entrarían otros. Prefiero, eso sí, el cuento y la poesía por sobre los otros géneros. 

¿Qué traductores admirás?

Qué bueno que me preguntes esto. Diría que admiro ya de por sí el trabajo de todo traductor que emprenda seriamente la traducción de una obra literaria, cualquiera sea el género. No se valora la dimensión de la labor. Cuando Daniel Gigena del diario La Nación le preguntó a Fondebrider, a fines del año pasado, qué pasaba con la ley de los derechos de los traductores y el fomento a la traducción, Fondebrider le respondió: “a veces es más importante que se dedique un día de discusión parlamentaria a la promoción de la fiesta del melón y la sandía que a la defensa y la visibilidad de un trabajo que es muy complejo”. Digo que es buena la pregunta porque es una manera de darnos visibilidad. Deberíamos empezar a hablar de los traductores como hablamos de los autores.
Respondo sobre traductores de textos literarios. Es indispensable sentarse a leer las traducciones de Borges. De ahí, pasar a las de Bianco, también analizar las de Perednik, Octavio Paz, Neruda, Mujica Lainez, Cortázar, Rabassa, Cisarik, di Giovanni, Ingberg. Pero no sólo sus traducciones, sino leer sobre la manera en qué conciben y concebían la labor. Me gustaría tener más tiempo para leer con más detalle los trabajos de muchos otros traductores como Escobar Isaza, Rosenberg, Pérez Bonalde, Camerotto, etc. 

También te desempeñás como docente de traducción. ¿Cuáles son los errores que encontrás más a menudo en las traducciones de tus alumnos?

Errores de todo tipo, de los graves y de los otros, pero también aciertos y traducciones que te dejan pasmado por lo buenas que son, traducciones de una calidad admirable, por las estrategias, por decisiones que ni remotamente se me habrían pasado por la cabeza. Hay en Rosario muchos alumnos/colegas que se desempeñarían muy bien en el campo de la traducción literaria. Es una pena que este hecho no se vea reflejado en la cantidad de publicaciones. Uno de mis sueños, además de incentivar (que lo hago a diario) a los alumnos a que se animen a los textos literarios, sería fomentar las traducciones colectivas. 
Pero me preguntás por errores así que vuelvo. Problemas de interpretación, algunos muy graves. Recuerdo ahora un texto en inglés que describe el momento en el que Carlos Primero de Inglaterra sube al patíbulo; algunos alumnos tradujeron scaffold mediante la palabra andamio, es decir tradujeron por el diccionario. La traducción pareciera haberse convertido en una parodia del original. También se ven problemas expresivos que surgen de la interferencia del otro idioma, por ejemplo, preposiciones que se cuelan del inglés. Cambios que afectan el énfasis, el ritmo de la narración. Otros alumnos tienden a complejizar lo simple o a simplificar lo complejo. Por supuesto, que aparecen también errores ortográficos y de puntuación. Muchas traducciones literales que dan como resultado expresiones ambiguas y a la vez graciosas: Saving the wind riders of the Andes en un texto que hablaba sobre la protección del cóndor andino terminó por convertirse en Salvar a los jinetes del viento de los Andes, causa por supuesto que es válida, pero sin dudas llamativa. Errores por los que todos en algún momento debemos haber pasado en nuestra etapa de formación.

¿Qué características debe tener un examen de traducción para que lo consideres bueno?

Un examen debe ser original, creativo; debe desestabilizar, incomodar, hacer reflexionar, lograr que el alumno produzca y produzca algo que trascienda, algo de lo que el mismo alumno se sorprenda. Estoy tratando de generar todo el tiempo consignas novedosas, todas tienen que constituir un desafío. Copio cuatro o cinco de las preguntas que suelo hacer en mis exámenes de traducción literaria  para que se entienda mi manera de entender una evaluación. 

-En el trabajo sobre Nathaniel Hawthorne que forma parte de Otras inquisiciones, Borges nos cuenta que en el cuaderno de apuntes del autor estadounidense se encontraron diversos argumentos que nunca se cristalizaron como obras literarias, entre ellos:
a.      Un hombre, en la vigilia, piensa bien de otro y confía en él, plenamente, pero lo inquietan sueños en que ese amigo obra como enemigo mortal. Se revela, al fin, que el carácter soñado era el verdadero. Los sueños tenían razón.
b.      Un hombre de fuerte voluntad ordena a otro, moralmente sujeto a él, que ejecute un acto. El que ordena muere y el otro, hasta el fin de sus días, sigue ejecutando aquel acto.
c.       Un hombre rico deja en su testamento su casa a una pareja pobre. Ésta se muda ahí; encuentra un sirviente sombrío que el testamento les prohíbe expulsar. Éste los atormenta; se descubre, al fin, que es el hombre que les ha legado la casa.
d.      Dos personas esperan en la calle un acontecimiento y la aparición de los principales actores. El acontecimiento ya está ocurriendo y ellos son los actores.
Escoja uno de los argumentos y escriba un microrrelato en español; luego, tradúzcalo al inglés. Explique en no más de dos carillas si cree que ha sido fiel (y en qué aspectos) al texto original que usted mismo escribió.

-La editorial Arcade Publishing le ha encargado seleccionar a los profesionales que traducirán al inglés una serie de textos del mexicano Octavio Paz. Corrija la prueba de traducción del postulante, decida si lo incorporaría o no al equipo de trabajo y explicite en un breve escrito las razones que respaldan su decisión. 

-Recorte del cuento “The Bottle Imp” de Robert Louis Stevenson un fragmento de aproximadamente 500 palabras. Describa de manera original, en no más de dos páginas, el contexto social, cultural e histórico del relato, el estilo del autor y todo aquello que considere relevante para realizar una traducción adecuada. Traduzca el fragmento.

-Ediciones La Lechuza ha realizado un concurso en el que otorgará un premio a la mejor adaptación del cuento “How the Whale Got His Throat” de Rudyard Kipling. El trabajo será publicado en una compilación de relatos destinados a niños de escuela primaria.
Los concursantes deben explicitar en un correo electrónico todas las estrategias empleadas para lograr que el cuento original se haya transformado en una buena adaptación.
Puede leer el cuento completo en:

-Seleccione diez párrafos consecutivos del cuento “Where are you going? Where have you been?” escrito por Joyce Carol Oates. Tradúzcalos. 


Patricia Willson, en su trabajo La constelación del sur, habla de tres posturas bien diferenciadas en torno a la traducción: el abordaje romántico de Ocampo, el vanguardista de Borges y el clásico de Bianco. ¿En cuál (o cuáles) de estas posturas encuadraría la traducción propuesta? Ofrezca fundamentos claros.

¿Qué consejos le darías a un estudiante de traductorado para que mejore sus traducciones?

Que lea, que haga traducciones y que las compare con las publicadas, que invierta los roles, me refiero a que tome una traducción publicada y la vuelva a llevar al inglés y luego compare el original con esa traducción que realizó a partir de un texto que ya era una traducción. Que lea las traducciones de los grandes escritores/traductores con ojo crítico, lápiz y papel en mano. Que experimente con sus propias traducciones, cambiando, agregando y quitando elementos, comparando las imágenes que sugieren las distintas versiones. Que no traduzca por el diccionario. Que se especialice en alguna disciplina.

¿Qué te parece la formación actual de los traductores? ¿Harías algún cambio en el plan de estudio?

Me parece muy buena la formación, aunque por supuesto siempre hay cosas por mejorar; de todos modos, considero que deberían responder la primera pregunta los alumnos, la respuesta de los estudiantes es la que mejor reflejaría la situación actual. Respondo la segunda. La realidad laboral cambió muchísimo en estos últimos años. Claro que se necesitan cambios. Hace tiempo que se está luchando para lograrlos. En las clases me esmero por tratar de brindarles un panorama bien amplio, de no limitarme a las teorías tradicionales, de aproximarlos en las prácticas al mundo laboral. Pienso que incorporar materias con mayor grado de especificidad hacia el final del cursado sería fundamental. Incluir la posibilidad de especialización sería un gran paso. Y por supuesto mayor trabajo con las nuevas tecnologías.

Muchos traductores cuando recién se reciben no saben cómo encarar su inserción laboral. ¿Qué consejos le darías a un traductor novel?

Está instalada la idea de que uno debe entregar el currículum y sentarse a esperar. Creo que deberían intentar generar el trabajo con propuestas originales. Ofrecer un servicio novedoso, distinto. Explotar campos inexplorados. Tener paciencia. Hacerse respetar. Armar equipos de trabajo. Seguir formándose para ofrecer un servicio de calidad. Acercarse al colegio en busca de asesoramiento. 

martes, 18 de abril de 2017

25 años del Centro de Estudios sobre la Problemática de la Traducción

Comparto con ustedes la invitación al acto que se llevará a cabo el 4 de mayo a las 18 hs. en la Sala del Centro Cultural de la Cooperación Rosario (San Martín 1371) para celebrar los 25 años de la creación del Centro de Estudios sobre la Problemática de la Traducción.


domingo, 5 de febrero de 2017

FileZilla: una solución gratuita para los traductores que trabajan con un FTP

Muchas agencias de traducción utilizan un FTP (File Transfer Protocol) para subir y descargar archivos. Un FTP es un protocolo de red para la transferencia de archivos entre sistemas conectados a una red TCP, que se basa en la arquitectura cliente-servidor. Desde un equipo cliente podemos conectarnos a un servidor para descargar archivos desde él o para enviarle archivos, Muchas veces este trabajo se me complicaba debido a que tenía problemas con los navegadores, pero un día me recomendaron el uso de FileZilla y los problemas desaparecieron.

FileZilla es gratuito y pueden descargarlo aquí. Hay que elegir la opción "Download FileZilla Client" y seguir todos los pasos.

La agencia de traducción nos proporcionará la URL de su servidor, un nombre de usuario y una contraseña. Esos datos deberemos completarlos en la parte superior de la página de FileZilla. Luego, hay que hacer clic en "Conexión rápida". De esta forma accederemos al FTP de la agencia. La pantalla estará dividida en dos partes. En el sector izquierdo, está el sitio local, es decir, todas las carpetas y todos los archivos que tenemos en nuestra computadora, mientras que en el sector derecho está el sitio remoto con todas las carpetas y archivos del FTP.

Cómo descargar archivos alojados en un FTP a través de FileZilla

En el sector izquierdo de la pantalla (sitio local) buscamos la carpeta donde queremos guardar el archivo. Luego, vamos al sector derecho (sitio remoto) y buscamos el archivo o carpeta que queremos descargar. Nos posicionamos arriba de la carpeta o del archivo, hacemos un clic con el botón derecho del mouse y nos aparecen varios opciones. Seleccionamos "Descargar" y listo: el archivo se transfiere a nuestra computadora.

Cómo subir archivos a un FTP a través de FileZilla

En el sector izquierdo de la pantalla (sitio local) buscamos la carpeta o el archivo que queremos subir. Después, en el sector derecho (sitio remoto), buscamos la carpeta donde queremos subir el archivo. Volvemos al sector izquierdo, nos posicionamos arriba de la carpeta o del archivo que queremos subir, hacemos clic con el botón derecho del mouse y nos aparecen varias opciones. Seleccionamos "Subir" y listo: el archivo se transfiere al FTP.


jueves, 26 de enero de 2017

martes, 24 de enero de 2017

lunes, 2 de enero de 2017

Entrevista al traductor Guido Rivarola

Hoy comparto con ustedes una entrevista que le hice al traductor Guido Rivarola, quién se desempeña como gerente de proyecto en una agencia de traducción local.

¿Cuáles son las funciones de un gerente de proyecto?

El gerente de proyecto es quien coordina los proyectos de traducción. Es el nexo entre el cliente final y los traductores y editores. Realiza el “presupuesto” del trabajo, cotizando en base a las tarifas de los clientes y los márgenes de ganancia. Luego organiza las fechas de entrega y asigna el trabajo a los traductores. Una vez finalizado los proyectos, se ocupa de cobrar al cliente y crear las órdenes de pago para los traductores.

¿El hecho de ser traductor te ayuda en tu trabajo?

Sí, absolutamente. Igual que ayuda a un traductor haber sido gerente de proyecto. No solo por usar el inglés todo el día, sino que también me permite responder consultas directamente antes de mandarlas al cliente o poder realizar pequeñas ediciones o proofreadings, es una ventaja.

¿Trabajaste como traductor antes de ser gerente de proyecto?

Muy poco, solo por 6 meses. Ahora muy de vez en cuando hago trabajos para clientes particulares.

¿Por qué decidiste trabajar como gerente de proyecto?

Difícil respuesta: en el momento que empecé, hace casi 6 años, yo estaba traduciendo poco y nada y apareció una oportunidad en una empresa. Ahí aprendí muchísimo sobre la industria de la localización,  cómo organizar un proyecto, sus fechas de entrega, los estimados de productividad e innumerables etcéteras. Creo que en el momento no me di cuenta de que me estaba “transformando” en un gerente de proyectos. Simplemente, pasó. Es la eterna lucha interna entre ser freelancer y estar en relación de dependencia.

¿Qué cualidades hay que tener para desempeñarse como gerente de proyecto?

Paciencia ante todo. Y ser organizado.

Visto desde afuera, da la sensación de que trabajar como gerente de proyecto es muy estresante y hay que dedicarle mucho tiempo. ¿Es así?

Es relativo. Al principio sí, porque todo es nuevo. Pero como en cualquier trabajo, depende de cómo se lo toma cada uno. Creo que hay que saber cuándo cortar, yo salgo de la oficina y me olvido de todo. Con respecto a dedicarle tiempo, como dije antes, es paciencia. A veces los clientes no saben lo que mandan entonces tenés doble trabajo: interpretar lo que el cliente quiere o quiso decir y después decodificarlo para explicárselo al traductor. Y para el otro lado también, a veces un traductor no entiende bien la consigna o tiene algún problema con una herramienta, entonces hay que buscar la vuelta para que todo funcione.

¿Qué valora un gerente de proyecto en un traductor?

Personalmente valoro la buena onda y la buena predisposición. Hay traductores que revisan TODO antes de arrancar, otros que no lo hacen y ahí empiezan los problemas.

¿Qué consejos le darías a un traductor que recién comienza?

Que traten de arrancar lo antes posible, si pueden mientras están estudiando. Y si pueden conseguir una empresa de traducción que los “forme”, mejor. Creo que para arrancar está muy bien un puesto in-house, donde van a poder ver las dos caras de la moneda. Reciban todo el feedback, el bueno y el malo, siempre ayuda a crecer.