lunes, 5 de diciembre de 2016

Entrevista a la traductora Patricia Labastié

Hoy comparto con ustedes una entrevista que le hice a Patricia Labastié, quien está al frente del Colegio de Traductores de la Provincia de Santa Fe (2ª Circ.).

¿Por qué decidiste ser traductora?

No podría decir que decidí ser traductora por algún motivo en particular. Llegué donde estoy sin haber tomado una decisión muy pensada, más bien por decantación y descarte. Siempre me gustó leer, escribir, investigar, contar. Cuando terminé el secundario, empecé Comunicación Social en la Universidad Nacional de Rosario porque soñaba con hacer periodismo de investigación. Al tercer año dejé y me anoté en el profesorado de inglés del Instituto “Olga Cossettini”. A un par de materias de recibirme, me desencanté con las prácticas docentes y abandoné el profesorado. Así fue como decidí probar suerte con el traductorado. En la primera clase de Traducción I con la genial Graciela Calatroni supe que eso era lo mío: leer, escribir, investigar y contar mediando entre dos lenguas y dos culturas. Hoy puedo afirmar que elijo ser traductora sin dudarlo un instante. Soy por y en la traducción; no me veo haciendo otra cosa.

¿Cuáles son tus áreas de especialización?

Marketing, educación, medicina y ciencias sociales.

¿Qué es lo que más te gusta de ser traductora? ¿Y lo que menos te gusta?

Lo que más me gusta: aprender cosas nuevas todo el tiempo, trabajar en piyama, poder montar la oficina en cualquier rincón del mundo, decir con orgullo “A mí hace poco me tocó traducir sobre eso” en medio de cualquier conversación (risas). Lo que menos me gusta: los plazos de entrega que a veces te impiden salir al mundo fuera de línea, la falta de reconocimiento social de la profesión, la parte de facturación y seguimiento de pagos.

Realizaste la traducción de The Importance of Being Earnest al español. ¿Cómo se transformó en La importancia de ser Franco?

Todo empezó como un juego: hace unos veinte años yo tenía un amigo por carta vasco dramaturgo. En uno de nuestros intercambios epistolares comentamos lo genial de The Importance... y surgió la idea de buscarle la vuelta al nombre en español para hacer una traducción a cuatro manos que conservara el sentido y el efecto del original inglés. La idea era buscar un nombre propio que reflejara las cualidades de E(a)rnest dos en uno. Fue así como yo llegué a Franco y el vasco a Justo. Lo interesante de ese intercambio es que a pesar de que ninguno de los dos estudiara traducción (en esa época, yo hacía el profesorado en inglés y él no sabía mucho inglés y solo conocía la obra en español), surgió el tema de la recepción de la traducción en cada país, y convenimos que en España Franco no resultaría una traducción muy simpática o que podría prestarse a confusiones por el Generalísimo, pero que en Latinoamérica sí podría ser una buena traducción. De hecho, de este lado del charco la cosa funcionó bastante bien: La importancia de ser Franco fue parte del trabajo final que presenté para rendir libre Traducción literaria en el traductorado, luego se convirtió en un libro que autoedité en papel y más tarde en una obra que llevó a las tablas el grupo de teatro plurilingüe Torre, de la Universidad Nacional de Córdoba.

¿Qué obras o escritores te gustaría traducir?

Algunos cuentos y poesías de Charles Bukowski. Alguna comedia que todavía no leí.

¿Qué opinás del uso de las herramientas informáticas de traducción? ¿Tenés alguna herramienta preferida?

En términos generales, las herramientas de traducción asistida pueden agilizar mucho el trabajo y contribuir a la coherencia terminológica, pero por sí solas no son sinónimo de calidad o rapidez. Estoy a su favor siempre que sean justamente eso: una ayuda, no una excusa para aplicar descuentos o exigir plazos incumplibles. Yo sé usar bien una sola herramienta y con eso me basta para trabajar, pero soy consciente de que manejar varias es una ventaja competitiva para diferenciarse de los que no. Recomiendo probar entre la gran variedad disponible (pagas y gratuitas) y elegir la que a cada uno le guste o le sirva más en función de lo que le pidan sus clientes.

¿Por qué decidiste participar en el Colegio de Traductores?

Hace siete años me invitaron a integrar una lista como miembro del Consejo Directivo y no dudé en sumarme. Desde entonces, colaboré cuatro años en el Consejo, dos en el Tribunal de Conducta y un año en el Consejo otra vez. Me gusta organizar actividades, hacer relaciones públicas, ayudar a generar conciencia (como me gusta decir a mí, “agitar”) entre traductores y traductores en vías de desarrollo, y el colegio es un espacio donde me siento muy cómoda haciendo todo eso. Es mi forma de contribuir a la defensa de la profesión. Agrego: ser autoridad del Colegio es un trabajo ad honórem que implica horas de dedicación que uno les resta al descanso, a los afectos y al mismo trabajo con que uno paga las cuentas a fin de mes. Desde los inicios de la Asociación de Traductores hasta la creación del Colegio de Traductores (que en 2017 cumple 25 años), hay una lista de voluntarios anónimos o más o menos conocidos que dedicaron grandes esfuerzos para que el Colegio exista y llegue a ser lo que es hoy. Si uno repasa la historia, ve que estos colaboradores comparten una gran vocación de servicio y la defensa de la profesión que mencioné antes, enmarcada en una realidad distinta en cada época, pero siempre con este mismo espíritu. A estas personas no solo hay que darles las gracias por los servicios prestados, sino imitarlas para seguir avanzando. Esa es mi idea de participación en el Colegio. Agrego más: no hace falta ocupar un cargo para colaborar. Cada traductor puede poner su granito desde su lugar matriculandosé, acompañando las propuestas de formación continua y de encuentros sociales, aportando ideas, preguntando “¿En qué puedo ayudar?” en lugar de “¿Qué me puede dar el Colegio?”, ejerciendo la profesión con ética, educando al cliente y defendiendo los aranceles sugeridos, por solo nombrar algunos ejemplos.

¿Qué beneficios puede brindarle el Colegio de Traductores a un traductor?

O sea: ¿qué me puede dar el Colegio? (risas) Además de la obvia respuesta de la matrícula, puedo mencionar visibilidad y estatus profesional, formación continua, descuentos con proveedores de distintos rubros (hotelería, imprenta, cobertura médica, etc.) y en actividades de capacitación organizadas por terceros, una red de contactos y un espacio de camaradería, entre otros.

¿Qué le dirías a una persona que aspira a convertirse en traductor?

¡Convertite! (risas) Parafraseando al viejo indecente ya mencionado: “Encontrá lo que amás y dejá que te mate”. Si lo que amás es la traducción, estudiá, traducí, participá en foros y listas, hacé contactos, sumate a una asociación profesional, traducí más, seguí estudiando y formandoté en la especialización que tengas en vista, aprendé sobre marketing personal y profesional, asistí a congresos de traductores y de las industrias que te interesan, consultá a los que tienen más experiencia y seguí traduciendo. Convencete de que podés ganar bien y ser feliz haciendo lo que te gusta, y esforzate por eso. No es fácil, pero se puede.